Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

Mi experiencia, al basurero
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 1


Fecha: 2013-08-12
Área: Talleres
Materia: Latín I y II
Temática: Práctica docente cotidiana
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Autor(es)
Vicente Ballesteros Linares

Palabras clave: experiencia, ejemplo, áreas de formación, tutoría.

Hago el siguiente comentario con la mejor intención, la de contribuir al progreso del Colegio.

En efecto, de acuerdo con el título, tal pareciera que toda la experiencia que he acumulado a través de 40 años de docencia se tuviera que ir al basurero.

Me explico: las actuales generaciones, muchas de ellas formadas en el Colegio, están ligadas a Internet, y de ahí que piensen que no hay nada más maravilloso que eso.

Antes, la experiencia de los mayores era aprovechada; ahora los profesores “viejitos” debemos “aprender” de los jóvenes. Pareciera, también, que actualmente la frase debería ser: “todo lo nuevo es mejor”.

No se dan cuenta de que, gracias a los cambios que fuimos introduciendo, ellos gozan de la situación actual. Por ejemplo: cuando ingresé al Colegio, sólo me dijeron que debía impartir tal o cual asignatura. Los “programas” me eran proporcionados en la Academia. Para el cómo impartirla, acudía a los profesores con experiencia (dos o tres años en el Colegio eran suficientes para mí, a fin de considerarlos con esa experiencia que yo necesitaba).

En ese entonces (y hasta la fecha), juzgaba a los alumnos como muy inteligentes, a secas. Actualmente se dice que tienen varias clases de inteligencia y que hay que actuar de acuerdo con ellas. Los hay que tienen inteligencia visual, quienes la tienen auditiva, etc. En fin, siento que casi hay que tratarlos como retrasados mentales, darles todo digerido y en poca cantidad, pues deben “aprender a aprender” con el mínimo de conocimientos memorísticos, de tal manera que hoy ni salen informados ni formados, como las primeras generaciones. (Estas salían mal informadas, pero muy bien formadas, de tal manera que, al ingresar a cualquier facultad, eran superados por sus compañeros en lo tocante a información, pero en un semestre, cuando mucho, se informaban de todo aquello que necesitaban y pronto superaban a sus compañeros).

Las primeras generaciones del Colegio eran altamente críticas. De ahí el “temor” de los poderosos, sobre todo los que mueven el dinero, pues lo que menos quieren (y querían) es gente pensante, de tal manera que se detuvo el proyecto original del Colegio de crear más y más planteles, siendo éstos sustituidos por un Bachilleres ligado a la SEP, con mayor control (o yo diría, con el máximo control), pues, aunque muchos de los profesores del Colegio también empezaron a dar “clases” en Bachilleres, tenían la libertad y la participación en el Colegio, no en Bachilleres (esto sigue pasando, no sólo comparando Bachilleres con el Colegio, sino con los planteles del Bachillerato del Distrito Federal).

Desplazar la enseñanza acostumbrada de la Lengua materna no sólo al interior del Colegio, sino incluso a lo largo de la República, fue una prioridad. La gramática se debía enseñar sí, pero sólo después de que los alumnos necesitaran de ella tanto para la lectura de comprensión como para la redacción, mientras que su estudio, en la enseñanza anterior, hacía libres a quienes se sabían expresar, a quienes sabían más de su propia lengua. Lo mismo pasó con el método histórico, la mayoría de las primeras generaciones fue acostumbrada a ver la explotación de que éramos objeto los asalariados, pues el método que se enseñaba era el Materialismo Dialéctico, que junto con lo poco o mucho que aprendían de su idioma, daba como resultado alumnos críticos (no criticones), que sabían expresar lo que observaban, tanto en el ámbito científico como humanístico (social, diría yo).

Poco a poco los poderosos se han de haber dado cuenta que tal enseñanza estaba mal, que alumnos así (profesionistas) no convenían al sistema, bastaba, como en la actualidad, con profesionistas que más o menos se defiendan en su campo (sobre todo, si éste está relacionado con la empresa, que sea a un nivel prácticamente científico o técnico) de tal manera que ahora tendrán trabajadores que no causen problemas (pues pensarán menos).

¿O no está pasando eso con las calculadoras? El (o la) joven sólo tiene que traer siempre una calculadora, sin darse cuenta de que una multiplicación es una suma, pero, ¿para qué saberlo?, si la calculadora hace eso y más, por supuesto. Lo mismo está sucediendo con el Internet, toda la información está ahí (no importa que a veces esté equivocada o sus datos no sean tan precisos); basta con tener una computadora (u otro aparato más ligero, pues la tecnología avanza a pasos agigantados) para creerse el dueño del mundo. No importa si en un mapa no se pueda señalar con exactitud dónde está Australia, pues eso lo puede hacer la computadora (google maps[1]). Estamos “creando” verdaderos analfabetas, pues la información no la poseen ellos, sino la carretera (autopista) de la información, en cuyo uso sí son expertos.

Si uno se pone a platicar con algún alumno(a), se puede dar cuenta de lo inteligente que es, y que escatimamos el enseñarle a adquirir nuevos conocimientos a través de nuestra propia asignatura, pues, como ya lo dije, todo está en los nuevas tecnologías. Basta con apretar una tecla para que la computadora revise la ortografía de nuestro escrito. Creo que pronto será capaz de corregir también la sintaxis, pues si estamos “creando” mecanismos (robots) inteligentes, se me hace casi imposible que no llegue a existir la corrección sintáctica.

Pero es necesario profundizar en el significado del título del artículo: “Mi experiencia al basurero”. Analicemos dicho título: mi experiencia. Nada más cierto que muchos de los maestros que seguimos actuando en el Colegio dentro de un aula, sabemos mucho por la experiencia, basada, por supuesto, en múltiples cursos que hemos tomado. El hecho de que jamás hayamos (mi caso particular) bajado de un sobresaliente alto en los CAD, habla mucho muy bien de nosotros (de mí), de tal manera que los nuevos profesores, lejos de buscar “lo nuevo” en Internet, deberían acercarse a la experiencia de los profesores “viejitos”, lo cual está previsto por la Institución a través de muchas formas, como por ejemplo las maestrías (MADEMS). Sin embargo, reafirmo lo dicho al principio de este artículo: muchos de los profesores “nuevos” creen (como por desgracia lo cree la sociedad) que los (profesores) “viejitos” ya no tenemos mucho qué dar, que ya casi estorbamos. La institución, cuando se trata de algo académico de importancia, recurre casualmente a la experiencia de los profesores “viejitos”, pues muchos de los funcionarios ya están rebasando el medio siglo o se están acercando a él, lo que los hace gente con mucha, muchísima experiencia y conocedores de que en la experiencia de las personas (profesores en nuestro caso) está la sabiduría. Muy cierto el dicho de que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.

 “Al basurero”: con esto lo que quiero “decir”, es que la experiencia de muchos de los profesores “viejitos” no se aprovecha. Es así que día con día vemos más funcionarios jóvenes, lo cual no es malo, porque ganarán en experiencia, pero es necesario recordar que la historia enseña que no debemos tropezarnos con la misma piedra. Trasladado esto al Colegio, diremos que los conocedores de la historia del mismo pues son los profesores “viejitos”; luego, para no tropezarnos con la misma piedra, deberíamos acudir a ellos, crear un verdadero Senado (conjunto de viejos), para aprovechar su sabiduría (si es que la sabemos reconocer). Para mí el basurero es el olvido, el no saber aprovechar la experiencia de los profesores con muchos años en servicio. Ojalá esta reflexión no entre en un saco con las bolsas rotas, por donde se escape todo lo que acabo de “decir”, sino que muchos se acerquen y vean “en vivo” cómo aplicamos nuestra experiencia en el salón de clases, pues no hay nada como eso.

No se trata de enseñar con métodos anticuados en la época actual, sabemos reconocer que muchas, muchísimas de las herramientas actuales (TIC) son valiosísimas, siempre y cuando los alumnos sepan discriminar cuáles les son útiles, qué información es verdadera.

Hablando de que el Colegio debe ser innovador, me encontré, por cierto en Internet, con un artículo que había superado hace muchos pero muchos años; sin embargo, hasta que lo dicen otros tiene un valor verdadero. Reproduzco el artículo y lo que finalmente propongo. (Es necesario aclarar que formo parte de una comisión de revisión y actualización de los programas de estudio, lo cual no se opone para nada a lo que aquí menciono, pues sé que debo apegarme a lo que la mayoría opine, esa es la democracia).

Principio del formulario

EL EJEMPLO DE ORIENTE.

(Para pensarse).

¿Y TÚ, QUÉ OPINAS?

Se está iniciando en Japón un revolucionario plan piloto llamado “Cambio Valiente” (Futoji no henkō). Los siguientes puntos están contemplados en dicho plan:

1.     Está basado en los programas educativos Erasmus, Grundtvig, Monnet, Ashoka y Comenius.

2.     Es un cambio conceptual que rompe con viejas enseñanzas.

Es tan revolucionario que forma a los niños como “Ciudadanos del mundo”, no como japoneses.

3.     En esas escuelas no se rinde culto a la bandera, no se canta el himno, no se vanagloria a héroes inventados por la historia.

4.     Los alumnos ya no creen que su país es superior a otros por el solo hecho de haber nacido allí.

5.     Ya no irán a la guerra para defender los intereses económicos de los grupos de poder, disfrazados de “patriotismo”.

6.     Entenderán y aceptarán diferentes culturas.

7.     Y sus horizontes serán globales, no nacionales.

¡Imagínense: ese cambio se está dando en uno de los países más tradicionalistas y machistas del mundo!

El programa de 12 años, está basado en los conceptos de

  • Cero patriotismos.
  • Cero materias de relleno.
  • Cero tareas.

Y sólo tiene 5 materias, que son:

1.- Aritmética de Negocios: Las operaciones básicas y uso de calculadoras de negocio.

2.- Lectura: Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja, y terminan leyendo un libro por semana. (Las negritas las pongo yo).

3.- Civismo: Pero entendiendo el civismo como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, la tolerancia, el altruismo, y el respeto a la ecología. (Los famosos valores que hemos perdido o estamos perdiendo)

4.- Computación: Office, Internet, redes sociales y negocios on-line.

5.- Cuatro idiomas; Alfabetos, Culturas y Religiones: japonesa, americana, china y árabe, con visitas de intercambio con familias de cada país durante el verano.

¿Cuál será la resultante de este programa?

  • Jóvenes que a los 18 años hablan cuatro idiomas, conocen cuatro culturas, cuatro alfabetos y cuatro religiones.
  • Son expertos en uso de sus computadoras.
  • Leen 52 libros cada año.
  • Respetan la ley, la ecología y la convivencia.

·         Manejan la aritmética de negocios al dedillo.

¿Contra ellos van a competir nuestros hijos?

Que son una generación que se caracteriza por:

  1. Chavos que medio hablan el español correctamente.
  2. Tienen pésima ortografía.
  3. Pero que se saben perfectamente los nombres de los artistas de moda y sólo se preocupan por obtener todo fácil y sin esfuerzo.
  4. Pueden memorizarse unos cuantos verbos en inglés para estar al corriente en las últimas novedades.
  5. Su nivel de computación se concentra en copy-paste y mandar mensajes.
  6. Su cultura no admite la lectura de ninguna especie, excepto la relacionada con sexo o drogas.
  7. Son expertos en “copiar” los exámenes de Historia, Filosofía, Matemáticas, Biología, Física y muchas otras asignaturas que sólo quedan en TEORÍA PURA que RARA VEZ LES SERÁN ÚTILES EN SU VIDA PERSONAL O PROFESIONAL.

¡Para reflexionar sobre esta visión de los nuevos profesionistas!

Hasta aquí el texto que me llegó por Internet. (Con muy ligeros cambios de mi parte).

Reflexión:

En efecto, se estará preparando a esos estudiantes para ser ciudadanos del mundo, pero ¿no será porque ya no caben en Japón y quieren el mundo para ellos? De esto nos salvaría la educación cívica que recibirán, puesto que les enseñarán, como dice el texto, “respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, la tolerancia, el altruismo, y el respeto a la ecología”; es decir, tendríamos “invasores” mucho más humanos que los gobernantes actuales.

Con respecto a nuestras áreas, tal vez ya no tendrían que ser cuatro, sino cinco. La primera se encargaría de la enseñanza de la aritmética o las matemáticas; la segunda de la lectura y escritura de su lengua; la tercera de formación humana (humanismo); la cuarta de cuestiones relacionadas con medios electrónicos; y la quinta se ocuparía de los idiomas (varios, entre ellos el Inglés y el Francés).

Se pediría a un estudiante, para salir del nivel medio superior, un determinado número de créditos, créditos que deberá combinar de las cinco áreas. El alumno se inscribirá en aquéllas asignaturas (o materias) que sienta que le servirán más para sus estudios. Para esto, es conveniente que vaya al campo laboral para ver en vivo qué necesitará (así su selección de materias será más adecuada). Un tutor tendrá la responsabilidad de guiar a los alumnos hacia las materias que más se necesiten en el campo de responsabilidad que haya elegido.

Quiero expresar lo que pienso con más palabras, pero éstas aparecerán en cuadros. Cada cuadro manifiesta una idea que se podría desarrollar durante la Revisión.

 

Si en Japón, que es un país (¿o tendría que decir espacio?) oriental, consideran que la cultura que debe aprenderse, es, entre otras, la americana: Los occidentales tendríamos que decir que es la Greco – Latina, ya que ésta no sólo está presente en las manifestaciones de la cultura americana, sino en toda la cultura occidental.

Conclusión: podemos dejar de hacer muchas cosas, pero lo que no podemos hacer es “pensar” como occidentales que somos (aunque se aspire a una formación “global”).

Los profesores del área dos sólo se preocuparían de que leyeran. El estudiante, en combinación con su Tutor, seleccionaría las lecturas. No habría “reprobados”, sino que simplemente se les daría un tiempo para salir (tres, cuatro o cinco años, lo último como máximo; después de este tiempo tendrían que abandonar la escuela). Cada estudiante avanzaría de acuerdo con los conocimientos que dominara y podría regresar al campo de trabajo todas las veces que lo considerara necesario.

Hay que recordar que se concibió al Colegio como un órgano innovador, no como un órgano estático. Demos un cambio radical.Ì



[1] Por cierto que muchos términos están en inglés, como éstos.