Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

Mi vida en el CCH
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 2


Fecha: 2013-09-26
Área: Histórico Social
Materia: Historia Universal Moderna y Comtemporánea I y II
Temática: Práctica docente cotidiana
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Autor(es)
Víctor Efraín Peralta Terrazas

Palabras clave: lucha social, trabajo en equipo, docencia, democracia, participación.

Tengo casi sesenta años de vida; de ellos, poco más de treinta y ocho años los he pasado en el Plantel Oriente del CCH. Como alumno de la primera generación de esta escuela, tuve la oportunidad de conocer a los profesores fundadores, algunos de ellos me dieron clases, y de vivir los inicios del Plantel que fue llamado, en los primeros años “Oriente rojo”.

Fue en el CCH Oriente donde, a los alumnos de la primera generación, los profesores nos acercaron a libros de literatura, de ciencia y de política. Estaba todavía muy fresco el recuerdo del movimiento estudiantil de 1968 y la represión a los alumnos en junio de 1971. A muchos nos deslumbró conocer a Roberta Avendaño, “la Tita”, y a Antonio Pérez Sánchez, que eran ya profesores y cuyos retratos estaban junto con el maestro José Revueltas en el libro de la Noche de Tlatelolco.

Algunos de los profesores habían vivido en carne propia el movimiento estudiantil y estuvieron presos; otros, que corrieron con mayor suerte, tenían muy presente la fuerte represión del Estado mexicano, aunque a ellos no les había tocado estar presos, pero todos nos hablaban de un movimiento que había puesto al descubierto, tanto al pueblo de México como al mundo, el desgaste de un modelo económico que seguramente iba a desencadenar una fuerte crisis.

Los profesores no le hacían al pitoniso y, aunque el gobierno de Luis Echeverría mantenía como bandera la política del desarrollo compartido, era evidente para ellos que las cosas no marchaban bien. Muchos de nosotros, por las lecturas que nos indicaban los profesores de Historia y de Talleres, comenzamos a participar en un movimiento estudiantil que se iba formando dentro del Colegio. Apoyamos movimientos de huelga en las fábricas que había en la colonia Agrícola Oriental, se formaron brigadas para apoyar el movimiento de Francisco de la Cruz en el “Campamento 2 de octubre”.

En la escuela, los alumnos, junto con maestros, iniciamos un movimiento para construir el autogobierno. Se hicieron debates, movilizaciones, hasta que se aceptó que el Ing. Zepeda Flores fuera nombrado el responsable de la Dirección del CCH Oriente. Este movimiento nos dejó una honda huella, porque, aunque duró poco tiempo, se pudo comprobar la fuerza que se obtiene cuando hay unidad en una comunidad que buscó lograr ese propósito. La fuerte participación política de los estudiantes permitió que muchos se incorporaran a la lucha social, vinculándose más formalmente a los movimientos obreros y campesinos de aquella época; otros nos dedicamos a continuar nuestros estudios en la Universidad, pero todos llevábamos el sello del “Oriente rojo”.

En 1979, regresé al Plantel Oriente del CCH ya como profesor de Historia. Todavía en el Colegio había cuatro turnos y yo me incorporé en los turnos tres y cuatro. Los programas de las materias de Historia eran aún los mismos que cuando fui alumno, pero ya en ese tiempo, en la Academia de Historia se daba un fuerte debate sobre la forma como se impartían las materias de Historia y se planteaba la necesidad de revisar cada uno de los programas de estudio de las materias del Área. Además, se luchaba por que se regularizara la situación laboral de los profesores interinos que ya tenían varios años y, con base en el Acuerdo 69, también los profesores de nuevo ingreso teníamos la posibilidad de concursar para obtener la definitividad en el trabajo. A las pocas semanas de iniciar mi trabajo como docente, el profesor Carbajal, de Economía, me dijo: “Ya le entraste al desgaste”, y le contesté: “Pues ya ni modo”, sin comprender el verdadero sentido de su mensaje.

Los primeros años como profesor fueron también los años de formación como docente en el Colegio. Los profesores Antonio Martínez (q e p d), Arturo Delgado, Ismael Colmenares, Luis Gutiérrez y José Alfredo Hernández (Cuauhtémoc), además de mis amigos, se convirtieron en mis tutores académicos. A los profesores que acabábamos de ingresar nos recomendaban libros, nos invitaban a participar en los movimientos sociales tanto dentro como fuera de la Universidad. Fue una época en la que se conjugaba la academia con la participación política.

Por ese tiempo, ingresé al Colegio de Bachilleres como profesor en el Área de Capacitación para el Trabajo y en el Área de Ciencias Sociales. Por lo que aprendía en el CCH, se me hizo más fácil dar clases en Bachilleres, aunque las materias que impartía eran diferentes.

A medida que se va uno comprometiendo en la actividad académica, va teniendo conciencia de que no basta con ir a dar clases, sino que es necesario establecer una relación con los alumnos que trascienda el ámbito del salón de clases. De ahí que a los alumnos, tanto del CCH como de Bachilleres, se los invitara a formar círculos de estudio, para que tuvieran una mejor formación académica. Quienes fueron más receptivos a la propuesta fueron los alumnos del CCH. Nos reuníamos en la escuela en horarios que conveníamos, a una hora que yo no tenía clase entre el tercer y cuarto turno. Se leían novelas y textos de Marx y Lenin, se discutían y se buscaba encontrar ejemplos donde se contrastaba la vigencia de los textos. A muchos de mis alumnos esto les sirvió mucho, porque fueron teniendo una formación académica más sólida.

La discusión que, en la Academia de Historia, se daba sobre los programas de las materias, trajo como consecuencia una gran diversidad, la mayoría de las veces tenían un carácter de programa individual. Esta situación provocó que algunos profesores acordáramos tener como guía de los cursos de Historia Universal, Historia de México y de Teoría de Historia los temarios que había elaborado Arturo Delgado, pero que eran, en realidad, producto de discusiones colectivas. Esto dio mayor coherencia a nuestro trabajo. Con el tiempo, para la mayoría de los profesores los libros elaborados por los profesores del Área: Gallo, González, Delgado, Colmenares y Perea eran los textos base de los cursos de Historia Universal y de Historia de México. Cuando en el CCH se abrieron los nombramientos de profesores definitivos con complementación académica, ocupamos estas plazas y empezamos a conformar equipos de trabajo.

De 1985 a 1996, el trabajo académico, tanto en el salón de clase como en los trabajos en equipo que se elaboraban para cubrir las obligaciones de las plazas de complementación académica, fueron muy ricos, ya que siempre existía una relación directa entre el trabajo elaborado y las clases que se daban.

En ese tiempo ya pude dar cursos a profesores en diferentes escuelas preparatorias del Estado de México, teniendo siempre como referencia la experiencia del trabajo académico en el CCH. También entonces me correspondió representar a los profesores del Área Histórico-Social en el Consejo Académico de Historia y esto me dio la oportunidad de conocer a profesores y los trabajos de los profesores del Área de Historia de los cinco planteles del Colegio. Vivimos asimismo el movimiento estudiantil y participamos en las reuniones y discusiones del CGH y entre los profesores se conformó el CAU, que tuvo una participación interesante en este importante movimiento estudiantil, opuesto a las reformas que quería implantar el Rector Jorge Carpizo.

En 1996 se cambió el Plan de Estudios del Colegio de Ciencias y Humanidades, se suprimieron dos de los cuatro turnos y sólo quedó el turno matutino y el turno vespertino. En lo que se refiere a las materias del Área Histórico-Social, se incrementó un semestre a la materia de Historia Universal y Teoría de la Historia pasó a ser una materia optativa en 5° y 6° semestre.

Aun cuando no compartimos las reformas en el Colegio, no tuvimos la organización ni la fuerza para oponernos a estos cambios. Fui nombrado Consejero Técnico por los profesores del Plantel Oriente y formé parte de la Comisión que elaboró el primer programa de estudio de la Materia de Antropología que se había incorporado al nuevo Plan de Estudios. Como Consejero Técnico me tocó vivir la huelga estudiantil, que duró poco más de nueve meses y, aun cuando no participé activamente con los alumnos, pues por ese tiempo estuve de asesor en la Asamblea Legislativa del D.F., sí asistí a algunas reuniones que realizaron profesores y estudiantes.

La experiencia de la huelga estudiantil, el desencanto por su desenlace, como que nos trajo cierto pesimismo. En el CCH Oriente los profesores nos dividimos y las posiciones encontradas trajeron consigo un distanciamiento con quienes antes habíamos coincidido. En el Área de Historia, no obstante las diferencias, siempre se buscó llegar a acuerdos. El trabajo académico lo exigía. Al interior del grupo de profesores que formábamos el equipo de trabajo, se comenzó a discutir la idoneidad de incorporarse al programa de estímulos académicos y buscar participar en el trabajo académico junto con profesores de otros planteles.

La Dirección General conformaba equipos de profesores para elaborar trabajos que se utilizaran dentro del salón de clase en el Colegio. Algunos profesores fuimos invitados a estos equipos de trabajo y, aparte de cubrir nuestro horario de clase, participábamos en la elaboración de materiales en los grupos de trabajo formados por las autoridades centrales.

En 2002 se convoca a una revisión de los programas de estudio y algunos de los profesores del equipo de trabajo del Área Histórico-Social, que desde hacía tiempo elaborábamos trabajos, decidimos participar en las comisiones que se formaron para la revisión del Plan de Estudios. En lo personal, participé en la Comisión para la Revisión del Programa de Historia de México y en la Comisión para la revisión del Programa de Ciencias Políticas. Los programas elaborados son los que actualmente están vigentes en el Colegio. Una de las consecuencias más interesantes que trajo para nosotros la participación en la comisión de revisión de los programas de estudio, es que se conformó el Seminario Interplanteles de Apoyo a Historia Universal, donde participamos profesores de cuatro de los cinco planteles del CCH. En este Seminario se han elaborado materiales de apoyo para la docencia que han servido para que muchos profesores, tanto del Colegio como de otras instituciones educativas de nivel de bachillerato, los utilicen y mejoren su docencia. Ya tenemos diez años trabajando y se han realizado paquetes didácticos, comentarios de películas, guías de estudio para profesores, guías de estudio para la presentación de exámenes extraordinarios para alumnos, guías temáticas para profesores y alumnos. En una palabra, se ha tratado de mejorar la actividad docente en lo que se refiere a la enseñanza de Historia Universal. También se han organizado cursos para profesores. Estas actividades siempre se han realizado con un solo propósito, mejorar nuestro trabajo docente. Solamente nuestros alumnos y nuestros compañeros de trabajo van a valorar lo acertado de nuestra labor.

Me gustaría concluir este relato con estas palabras: mi vida ha sido el Colegio de Ciencias y Humanidades. Al Colegio le he entregado mi esfuerzo y lo poco que he llegado a aprender. Del Colegio he recibido satisfacciones y he construido mi vida. Si bien he sido una persona dedicada a la docencia, no me he formado solo, soy por lo que he recibido de mis compañeros y por lo que yo he podido aportar. Nunca he sido una persona solitaria y soy profesionalmente producto de las personas que me han acompañado en este camino.Ì