Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

Una gran experiencia
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 2


Fecha: 2013-10-07
Área: Ciencias Experimentales
Materia: Biología III y IV
Temática: Práctica docente cotidiana
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Autor(es)
Carmen Christlieb Ibarrola

Palabras clave: pasión por la enseñanza, colaboración docente.

Cuando oigo el nombre de “Colegio de Ciencias y Humanidades”, pienso en una etapa de mi vida muy cercana a mi corazón. Veintiocho años de docencia que me marcaron para siempre. Fue para mí una verdadera escuela, una oportunidad de entender el mundo que estaban viviendo mis hijos adolescentes: ¿Por qué hablaban como hablaban y escogían cierta indumentaria para vestirse?

Después de 17 años de no dar clases por tener deberes familiares (10 hijos), me incorporo en 1972. Me encuentro avances muy notables en la ciencia, era otra Biología muy distinta de la que yo había dejado y, al parejo de mis alumnos, me pongo a estudiar.

Tuve la fortuna de encontrarme con maestros que me dieron verdaderas muestras de solidaridad, al ponerse a preparar conmigo las clases y explicar aquello que era para mí muy difícil. La Biología estaba ya muy relacionada con la Química. Nunca perdieron la paciencia, nunca mostraron enfado, si no entendía yo a la primera vez.

Entre mis alumnos y yo no se podía hablar de brecha generacional, porque más bien era un abismo generacional; al retirarme en 2010, era yo 68 o 70 años mayor que algunos.

Ellos estaban en plena adolescencia, la época en que hacen a un lado a sus padres, porque quieren afirmar su personalidad, pero necesitan y buscan apoyo.

De mis alumnos aprendí que, si yo los respetaba: llegando a tiempo a mis clases y llevándolas bien preparadas, poniendo atención a sus preguntas e interesándome por su persona, ellos también me respetarían.

Algo gratificante recibía yo en el trato con mis alumnos, porque siempre salía de muy buen humor del laboratorio donde daba clase.

Cada uno de ellos era una ocasión de crecimiento y enriquecimiento espiritual para mi persona, lo mismo los que mostraban interés por aprender y seguridad en sí mismos, que aquellos sin deseos de aprender y que dejaban traslucir una autoestima muy baja. Estos últimos eran para mí una invitación a buscar los medios para que se convencieran de que eran personas muy valiosas.

Me preocupaba, desde luego, que aprendieran Biología y tan importante, o quizá más que esto, que tuvieran calidad humana. Valía la pena esmerarse para ayudarlos a encontrar el camino.

El CCH era para mí una fuente continua de oportunidades para desplegar creatividad. El trabajo en equipo con otros profesores contribuyó a que pudiera participar en proyectos enfocados a la formación de los propios profesores, todo lo cual, redundó en mi propia formación. Ì