Publicaciones sobre la experiencia docente del CCH

Carta de una alumna del CCH
Nuevos Cuadernos del Colegio Número 2


Fecha: 2013-10-15
Área: Idiomas
Materia: Inglés I a IV
Temática: Práctica docente cotidiana
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Autor(es)
María Margarita Ordaz Mejía

Palabras clave: docencia y afectividad, enseñanzas de los alumnos.

Alguna vez te has preguntado ¿Cuál es la labor, el impacto de un profesor en el bachillerato?

Siempre nos hemos preguntado hasta dónde un profesor de alguna materia en el Bachillerato puede transformar la vida de un estudiante.

Realmente he pensado si mi labor de profesor perdurará siquiera un semestre, después de que los alumnos concluyeron el curso que les di: ¿Un mes después? ¿Unos minutos?

La pregunta anterior, que supongo no ser la única profesora que se la haya hecho a sí misma, después de haber impartido una clase, un curso o un año escolar, me fue respondida por una carta que un día, en vísperas del Día del Maestro, una alumna, de uno de mis tantos y numerosos grupos que he atendido en más de 30 años de impartir clases de Inglés en el plantel Sur del Colegio, me entregó.[1]

Después de recibir y leer esta carta de una de mis queridas alumnas fue más fácil responder a las preguntas anteriores.

De las experiencias como alumna del Bachillerato de la UNAM, allá en la lejana Prepa 5 de 1965, que marcaron definitivamente mi vida, fue la clase de Historia del profesor Eduardo Blanquel.

Su visión del mundo en aquel entonces influyó en mi vida personal y definitivamente en la profesional, pues estuve a punto de estudiar la carrera de Historia y como él impartir clases en el Bachillerato de la UNAM.

Él tuvo el toque mágico para nuestra generación y para otras generaciones posteriores de estudiantes que pasaron por su salón de clases. Por supuesto, fue importante que aprendiera Historia de la Revolución Mexicana, pero más importante fue que me ubicara en el espacio donde me había tocado vivir, que conociera mejor a mi país. Esa enseñanza perdura todavía en la visión que tengo de la vida y es lo que trato de compartir con mis alumnos.

Así que, al recibir esta carta, creo que la respuesta es , efectivamente, vale la pena realmente comunicarse con tus estudiantes, vale la pena hablar con ellos más allá de tus clases, hacerlos conscientes de lo que significa haber tenido la suerte de ser aceptados como alumnos en el CCH y, por lo tanto, en la UNAM.

Estar conscientes todos de que la UNAM, como una madre generosa, nos ha permitido crecer en todos los aspectos y encontrar rumbo, propósito en una vida futura, que será no solamente productiva, sino también feliz.

Ahora más que nunca creo que nuestros jóvenes necesitan rumbo, no solamente para lograr sus metas personales, sino para ayudar a que este país salga adelante de sus cotidianas crisis.

Ahora más que nunca estoy segura de que mi materia, finalmente otra lengua, “comunicación ampliada”, una herramienta más para su vida futura, cualquiera que ésta sea, me ha permitido estar no solamente en contacto con los jóvenes, sino realmente comunicarme con ellos, en toda la extensión de la palabra, y me ha permitido exponer lo que significa ser universitario:

Encontrar el rumbo adecuado que tomará tu vida, en un amplio abanico de posibilidades.

Ceo que ésta es la verdadera esencia de ser universitario, “encontrar tu camino para realizarte”, una verdadera diferencia con aquellos jóvenes que todavía no lo encuentran, los dramáticos “ninis” de nuestros días.

Después de esta carta, mis dudas fueron menos y la certidumbre de que algo se queda en cada uno de los jóvenes con los que he tenido contacto, por medio de mis clases en este Colegio, en esta magnífica Universidad.

Reitero una vez más que sí que han valido la pena todos estos años y que vale la pena el tiempo en el aula, el contacto con la juventud, que vale la pena ser profesor del CCH.Ì

México, D. F., a 14 de mayo de 2009

                                           

Profesora Margarita:

Qué tal estimable profesora. Es un placer que por este medio, por esta correspondencia del día del maestro, le ofrezca una gran felicitación a usted y su familia, ya que en lo personal me ha complacido poder trabajar con una persona profesional que demuestra a sus alumnos lo que pueden llegar a lograr; una persona que además de ser un maestro, también se llega a convertir en un amigo, porque la escuela es el lugar donde pasamos la mayor parte de nuestra vida. Sé que muchas veces, los alumnos piensan que deben ser cuidados por los maestros y meda tristeza que varios piensen así, pero lo cierto es que ustedes son una parte importante en nuestras vidas, que con lo mucho o poco que nosotros logremos aprender, no sólo conocimiento, sino también con experiencias de vida, nos hacen mejores personas.

Profesora, quiero agradecerle la tolerancia y amabilidad, con la que se desempeñó a lo largo del período que tuve el placer de compartir con usted. Quiero decirle que es una de las personas que han entrado en mi vida y que jamás se van a ir, no se van a olvidar, porque he podido tener grandes experiencias de vida y grandes enseñanzas también que se las debo a usted, y con la que he podido ampliar mis horizontes, frente al mundo.

La idea de escribir una carta, es porque veo en este medio la forma como las personas se pueden expresar, de una manera sincera, porque muchas veces el sentimiento de alegría puede llegar a inundarnos enormemente y a veces no poder despedirnos, no con un adiós, sino con un hasta luego, que debe estar lleno de todo lo que una quiere y puede expresar.

Espero le complazca saber que mi carrera ya está definida y sé lo que quiero ser, y también sé que nada ni nadie me va a impedir que logre lo que quiero alcanzar. Soy una persona que ha podido crecer, en todos los aspectos posibles, personales, familiares, académicos y sociales. He podido comprender el sentimiento de pertenencia a la Universidad; por eso, el CCH Sur es una de las mejores experiencias de las que he podido gozar, porque si lo sabes aprovechar, te puedes llevar grandes tesoros, que toda la vida te pueden servir y aun así seguir aprendiendo.

Así que no le digo hasta luego, sino hasta pronto, porque sé que la voy a volver a ver, si no es en esta vida, en la otra (no se crea, estoy jugando) y quiero que sepa que puede contar conmigo para lo que se le ofrezca.

ATTE:

Lucero del Carmen Juárez Salazar.

UNIVERSITARIA DE CORAZÓN

 



[1] Se incluye anexa la carta de la alumna a que hace referencia la autora en el artículo.